Ojos de mil amantes
Una amiga mutua me dijo no hace
mucho, platicando, sin afán de que se convirtiera en consejo aunque así lo
recibí yo: “…pues mejor yo me voy, ¿no? Digo, si no puedes dejarla y no quieres
engañarla pero la engañas, pues mejor yo te ayudo a respetarla y me voy…”
Esas palabras se me metieron al
corazón, que se apretujó contra mi pecho. Parece fácil pero no lo es, alejarme
yo, por ti, por mí, por los tres. Aguantar las ganas de escribir: “te extraño,
quiero verte”. Aguantar las ganas de verte y no querer besarte, colgarme de tu
brazo y caminar sin rumbo, bobeando y con el corazón latiendo de prisa. Cerrar
mis ojos para que no veas mis pupilas dilatadas cuando te recuestas al lado de
mi cabeza.
Voy a alejarme por mí, por ti y
por ella. Y quisiera que esto que escribo no llevara dedicatoria, que las
palabras vagaran sin una dirección concreta, pero no, hoy me desgarro la piel
por no llamarte, por no mandarte un mensaje y por no pensarte.
Pero recurramos a tu tangente. Déjame
envolverte en versos y cartas sin destinatario, esa siempre ha sido mi mejor
manera de matar amores, de enterrar caricias prohibidas y olvidar deseos.
Respetaré mi cuerpo, mi mente, mi
libertad y tus cadenas. Me alejaré de la red que me has tejido. Cada vez que
añore tu recuerdo imaginaré un demonio verde, con tus ojos, esos ojos
desdeñosos, arrogantes, seductores, esos ojos en los que me he perdido detrás
de mil amantes, esos ojos que me desnudan el alma estarán hundidos en un
monstruo con cuernos. Y cuando los vea tan vacíos dentro de tu propia
mounstrosidad, sólo podré sentir pena, y no podrás regocijarte de mis pupilas
dilatadas, no podrás fanfarronear que me puedes tener en tu cama, no podrás
jamás darte el lujo de negarme un beso.
Porque con letras te entierro y
con tu espejo te encierro. Las cadenas al fin te amarran a ti, la red que
tejiste es tu propia trampa y yo…yo ya ví el camino de la salida, y hacia allí me
dirijo.
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las cadenas te amarran a tí...