Despedida
Quise respirar de tu boca una vez más, sólo una vez más…
Quise enredarme en tu abrazo y volar por última vez,
Quise sentirte mío, sólo mío…después sería el final.
Es una sensación extraña, más que placentera se vuelve algo irreal, un aura mística la rodea, me siento flotar en el aire pero seguimos unidos haciendo un solo cuerpo, tiemblo y comienzo a llorar, sigo flotando, me elevo al techo pero tú permaneces recostado, puedo verte desde arriba, lejano, separándonos.
Trato de alejar la tristeza que me envuelve y entregarme a tus besos, pero la lluvia de mis ojos no quiere parar. Tantas emociones juntas se agolpan en mi cuerpo, se repelen, luchan entre ellas; se vuelve insoportable, comienzo a perder el contacto con la realidad, ya no sé si es un sueño, en momentos veo tu rostro y en otros más te me desapareces, entonces te abrazo para asegurarme que estás conmigo, que es real.
El tiempo se vuelve extraño, un segundo parece una eternidad, es de día, noche, madrugada…mi mundo se detiene y sólo quedamos tú y yo, fundidos en un abrazo eterno, en un sollozo callado, recogiendo trocitos de mi alma al mismo tiempo que me entrego a tu cuerpo.
Sé que cuando termine nada será igual, es nuestra despedida. En la mañana cada quien tomara una acera diferente y recorrerá solo el camino que lo lleve hacia donde quiera ir, dejará de existir un nosotros, el verbo amar ya no se podrá conjugar.
Duele saber que ya está dicho, que no hay marcha atrás, que te dejo y me dejas, que cada quien deberá seguir su rumbo por su cuenta, que no basta con querernos, que no es suficiente para los dos.
No quería despedirme, no quería dejarte ir, pero tenemos que poner un alto, no podemos seguir jugando a las escondidas, no podemos, yo no puedo. Creí que sería sencillo ser amigos, que podríamos manejarnos como tal, sólo compruebo que sigo siendo una ilusa soñadora, una adolescente…
Qué dirás amiga cuando conozcas la historia completa, me abrazarás y viéndome con esos ojos tan serios que usas cuando me reprendes no podrás decir nada, porque no hay nada que decir. Te diré que todos hablan, que escucho sus murmullos hirientes en mi oído, y sólo tú que me conoces de tantos años, de toda mi vida, sólo tú que me has visto batirme entre la vida y la muerte podrás comprender.
Por eso te quedarás callada viéndome absorta sin saber qué decir, porque todo lo que puedes decirme ya lo sé, porque sólo tú comprendes la intensidad de mi emoción y sentimiento hacia él, ni siquiera él mismo pudo comprenderla, no la supo ver, no la pudo sentir.
Cuando la historia acabe caminaremos juntas, en silencio, y no necesitaré nada más, porque estarás allí, porque no caminaré sola, porque el silencio es nuestra más grande expresión.
Comentarios