y tú, que ves en el espejo?
Es extraño sentir que lentamente se te escapa la vida por no poder dormir, a un mismo tiempo te olvidas de comer, luego dejas de sentir placer y finalmente te percatas de que estas muriendo…
Mi cuerpo se iba agotando día a día, a pesar de perder toda su energía durante las actividades diurnas se negaba al necesario descanso nocturno, en vez de eso, mi mente comenzaba a trabajar aceleradamente, no supe si fueron las pastillas suspendidas, en un principio llegué a pensar que era el síndrome de abstinencia, pero conforme pasaron los meses me percaté que era algo más allá de mi entendimiento.
Luego comencé a automatizar todos mis movimientos, mis actividades, mis palabras; mi mente se apagaba durante el día y para mi desgracia se activaba al llegar la noche, así, no podía dormir, no descansaba nunca, cuando debía dormir escribía, leía, pensaba…mi mente volaba a lugares recónditos, inimaginables, sin percatarse siquiera que la almohada la llamaba, que la oscuridad acurrucaba su cuerpo.
Por tanto mi apariencia degeneró notablemente a una velocidad impresionante, todos lo veían menos yo, no me percaté del sombrío rostro que reflejaba el espejo, no percibí que mis brazos eran cada vez más huesudos, que mis ojos se habían convertido en dos zancas profundas y oscuras, sin expresión siquiera, vacíos…
Tampoco me di cuenta de los repentinos hematomas que cubrían mis piernas, que mi piel ya no era tersa y había perdido todo su brillo, que la vida se me evaporaba de entre los poros.
Fue una noche fría y más oscura de lo habitual, una noche sin luna y sin estrellas; el viento soplaba suavemente, murmurando en los oídos leves lamentos, un llanto sutil… me percaté de su presencia mientras intentaba dormir, lo vi como una sombra, un destello de luz que reflejó el espejo de mi habitación, lo miré fijamente buscando sus ojos y entonces me di cuenta, estaba sentado en el último rincón de la habitación, con la mirada perdida, completamente desnudo, su piel era pálida, casi transparente y no tenía carne, era solo huesos con piel; su cabello estaba seco y se notaban grandes huecos calvos en su cabeza.
Me aterroricé, ¿cuánto tiempo llevaría allí sin que yo me hubiera percatado? Su sonrisa me paralizo, giró su cabeza hasta encontrarse con mis ojos asustados, y entonces dijo: -¿por qué te sorprende tanto tu reflejo?
Mi cuerpo se iba agotando día a día, a pesar de perder toda su energía durante las actividades diurnas se negaba al necesario descanso nocturno, en vez de eso, mi mente comenzaba a trabajar aceleradamente, no supe si fueron las pastillas suspendidas, en un principio llegué a pensar que era el síndrome de abstinencia, pero conforme pasaron los meses me percaté que era algo más allá de mi entendimiento.
Luego comencé a automatizar todos mis movimientos, mis actividades, mis palabras; mi mente se apagaba durante el día y para mi desgracia se activaba al llegar la noche, así, no podía dormir, no descansaba nunca, cuando debía dormir escribía, leía, pensaba…mi mente volaba a lugares recónditos, inimaginables, sin percatarse siquiera que la almohada la llamaba, que la oscuridad acurrucaba su cuerpo.
Por tanto mi apariencia degeneró notablemente a una velocidad impresionante, todos lo veían menos yo, no me percaté del sombrío rostro que reflejaba el espejo, no percibí que mis brazos eran cada vez más huesudos, que mis ojos se habían convertido en dos zancas profundas y oscuras, sin expresión siquiera, vacíos…
Tampoco me di cuenta de los repentinos hematomas que cubrían mis piernas, que mi piel ya no era tersa y había perdido todo su brillo, que la vida se me evaporaba de entre los poros.
Fue una noche fría y más oscura de lo habitual, una noche sin luna y sin estrellas; el viento soplaba suavemente, murmurando en los oídos leves lamentos, un llanto sutil… me percaté de su presencia mientras intentaba dormir, lo vi como una sombra, un destello de luz que reflejó el espejo de mi habitación, lo miré fijamente buscando sus ojos y entonces me di cuenta, estaba sentado en el último rincón de la habitación, con la mirada perdida, completamente desnudo, su piel era pálida, casi transparente y no tenía carne, era solo huesos con piel; su cabello estaba seco y se notaban grandes huecos calvos en su cabeza.
Me aterroricé, ¿cuánto tiempo llevaría allí sin que yo me hubiera percatado? Su sonrisa me paralizo, giró su cabeza hasta encontrarse con mis ojos asustados, y entonces dijo: -¿por qué te sorprende tanto tu reflejo?
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