He terminado mis labores a las ocho de la noche, caminé de regreso a casa en compañía de una pareja de novios, nuestros pasos se detuvieron en esa taquería que ya conoces, no tenía apetito, mi estómago ya no da para más, aún así comí. Llegando a la casa redordé que debía hablar con la casera, giré sobre mis talones y toqué en su puerta, arreglados los asuntos me dispuse a dormir, es temprano, estoy muerta de cansancio y sin embargo mis ojos no se quieren cerrar.

Estoy sentada en mi gran cama, rodeada de cuatro paredes, dos puertas, una ventana y un closet y me siento sola. Veo la blanca pantalla de la computadora como esperando que me hable, pero lo único que ocurre es que mis ojos ardan por su destello.

Afuera se escucha el ladrar de un perro, hay un zumbido que no me deja pensar, un par de carros por la calle; abajo el sonido de la música de alguien y yo estoy tan lejos de todo, tan lejos de mí.

La sangre brota abundantemente, me duele el vientre y estoy algo mareada, tal vez sea por tanta sangre, puedo sentir como baja y me moja, pero es lo único que corre en mí, sangre sólo sangre, se me va escapando, me estoy vaciando, todo está saliendo de mí dentro de poco no quedará nada, ningún indicio, sólo el vacío...

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