Capullito
Tenía tiempo deseándolo, nunca había negado que le excitaba ver, imaginar... pero también le daba miedo, para ella era ponerse completamente en las manos del otro, tan vulnerable, temía que su compañero fuera demasiado torpe o agresivo y la dañara.
Roberto no era ningún experto, también sería su primera vez explorando el capullito. Roberto es un hombre sensual, con hermosas manos masculinas de unos dedos largos y fuertes; tiene esa cara de niño que tanto le gusta a Dulce en los hombres, como conservando su ingenuidad infantil aunque en la realidad no quedara seña de ella.
Roberto llevaba también días pidiéndoselo, Dulce al fin accedio. Roberto comenzó ofreciéndole a Dulce un masaje sensual con aceite de hierbas en todo el cuerpo, la acaricio suavemente después, sin prisas hasta que ella se relajó por completo y comenzó a entregarse al éxtasis de la boca de él.
Roberto fue recorriendo con su lengua su abdomen, su cintura, se detuvo en sus pechos y volvio a bajar despacio hacie el vientre, allí se mantuvo un rato jugueteando con el piercing de su ombligo. Con su lengua hirviendo lamio su sexo, una, dos, tres veces y luego paso a la parte interna de sus piernas mientras con sus dedos jugueteaba con el clítoris. Dulce gemía despacio, entregándose por completo al placer, se concentraba sólo en las sensaciones de su cuerpo y se dejaba llevar, Roberto la guiaba.
Besándola en el cuello sin dejar de jugar con su sexo, la fue girando, quedándo de costado ambos, él por detrás comenzó a lamer su espalda, sus dedos hábiles seguían haciendo circulos en el clítoris mientras que con el índice daba golpecitos leves en la entrada de la vagina. Ella ya estaba completamente excitada, su sexo se derretía listo para recibir el miembro erecto de su amante.
Dulce se coloco a la orilla de la cama, incada y de la cintura para arriba recostada sobre una almohada, con una mano continuo acariciandose el clítoris mientras pedía a Roberto que la penetrara, él lo hizo despacio, muy suave haciendo que la punta esponjosa de su pene llegara al fondo provocando que rozara la entrada del utero lo cual la llenaba de exquisito placer. Mientras tanto, Roberto con suficiente aceite para masaje en las manos frotaba el trasero de Dulce, lo abría y cerraba amorosamente y con un dedo hacía circulos alrededor del capullito, así la llevó al primer orgasmo.
Continuo con masturbándola haciendo vibrar su dedo anular en la entrada de la vagina, sin penetrarla, el medio e índice acariciaban suavemente su clítoris y el pulgar jugueteaba con el capullito, poco a poco fue sintiendo cómo Dulce se relajaba aún más, pudiendo introducir un dedo dentro de su capullito sin causarle molestia.
Continuaron así, ahora Dulce se masturbaba mientras Roberto la penetraba una vez más y seguía estimulando al capullito, ahora eran dos dedos. Dulce estaba lista. Roberto introdujo lentamente su miembro en el capullito, Dulce seguía masturbándose, se quedó quieto mientras ella se acostumbraba a sentirlo dentro, luego comenzó a hacer movimientos suaves deteniéndose en momentos para que ella continuara relajada.
Dulce lo estaba disfrutando, después de una rato de ritmos suaves Roberto le alcanzó el vibrador, ella lo colocó en su clítoris a velocidad media, Roberto aumentaba el ritmo y la profundidad, ella ya estaba completamente extasiada y esto no le causaba dolor o molestia alguna, minutos más tarde alcanzó el clímax de manera tan intensa provocándo el orgasmo de Roberto y dejándola completamente exhausta.
Desde entonces, el capullito es siempre para Dulce un lugar de fiesta, algo para celebrar.
Comentarios
Contado con delicadeza y sin prisas...
Es un placer leerte.
BEsitos de fin de semana.
Por cierto yo tengo cara de niño,..jajaja y me nencanto tu pequeña reflexion escondida en una parte de tu texto.
Un saludo Suspiros.