»Así que yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá la puerta. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. Lucas 11:5-10
«El reino de los cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero mientras todos dormían, llegó su enemigo y sembró mala hierba entre el trigo, y se fue.
Cuando brotó el trigo y se formó la espiga, apareció también la mala hierba. Los siervos fueron al dueño y le dijeron: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? Así pues, ¿de dónde salió la mala hierba?
"Esto es obra de un enemigo". Entonces los siervos le preguntaron: ¿Quieres que vayamos a arrancar la mala hierba?" Pero él les dijo: “No, porque al arrancar la mala hierba, podéis arrancar también el trigo.
Dejad que crezcan juntos hasta la cosecha. Entonces diré a los segadores: Recojed primero la mala hierba, y atadla en manojos para quemarla; después recojed el trigo y guardadlo en mi granero.
(Mateo 13:24-20)
-¿Conoces a un buen sacerdote?
- ¿Para qué? ¿Te quieres
confesar?
- No, en realidad quisiera
platicar con alguien…
- ¿Y por qué un sacerdote?
- Quiero que alguien me detenga.
A veces, cuando me doy cuenta de lo incongruente que es mi cuerpo con mi
interior, me duele, pero no sé cómo pararlo, no sé cómo detenerme. Me han dicho
que debo ir a terapia, que hable con mis padres, que vaya a misa y lea las
escrituras, que me confiese, etc. Tú mismo lo has hecho, me has dicho mil
cosas, que debo tener fe, que mi problema es que soy egoísta…perdona, no quiero
llorar pero en verdad me duele. Resulta que todos opinan, que siempre tienen
una opinión de qué debiera o no debiera hacer, tienen una explicación para cada
una de mis conductas y la perfecta justificación para que deje de hacerlas.
Pero no escuchan, no realmente,
tú lo haces con oídos de religión calada hasta los huesos, otros, lo hacen con
barba y lentesitos de papi Freud; otros con letreros de libertad-libertinaje-ideología
feminimachista neomoderna. Algunos me escuchan con asombro sin saber qué decir,
y en seguida lo borran de su memoria auditiva inmediata para no sentirse
perturbados.
Para unos soy una santa mujer de
buenas costumbres, para otros soy una perra puta, para algunos una pendeja
desorientada, para otros una mala influencia. Todos de acuerdo al punto donde
centren su vista y sus oídos. ¿Por qué un sacerdote? Si a ti te recrimino que
me escuches con toga y rezando el padre nuestro, es tan absurdo entonces buscar
un sacerdote, ¿no crees? Pues resulta que mi alma busca un consuelo, dime dónde
encuentro de esos sacerdotes protagonistas de las series de televisión de
antaño, aquellos que acompañaban al joven a pedir la mano de la muchacha,
aquellos que encontrabas limpiando por sí mismos el templo, aquellos que
conocían a las familias de la congregación, aquellos que podían sentarse a
hablar un problema personal fuera del espacio de la confesión, como una persona
libre de prejuicios y guiado, sí, por una sólida base moral y espiritual, aquel
que no corría de su templo a un gay o una lesbiana cuando iba a decirle su
sufrimiento sino que le escuchaba primero, brindaba consuelo después y ofrecía
una guía más tarde.
No necesito que me escuchen,
nadie, anteponiendo esa mirada compasiva-reprochadora-anticipada cuando aún no
comienzo a hablar, no necesito esa boca que me humilla diciendo que haga lo que
quiera porque ya se ha cansado de escuchar siempre la misma historia.
Quiero alguien que me detenga. Quiero
alguien que me diga que el único paso atrás que no se puede dar es la muerte
misma. Quiero alguien que abrace mi dolor, lo tome en sus manos y me lo
entregue después; yo entenderé con eso que me ha escuchado, que ha comprendido
lo que en mi interior se desgarra.
-Dime, amigo, ¿hay alguien en tu
mundo espiritual, religioso, con esa capacidad de amar a un desconocido? ¿No lo
hay?
-No…no conozco a nadie.
-Sí, no importa…más adelante, con
el tiempo, quizá yo lo entienda y no tenga que buscar a nadie. Quizá la edad me
vaya marcando el paso, ya cuando todos los demás encuentren su camino, cuando
todos mis amigos estén inmersos en sus vidas no tendrán tiempo de mirarme
compasiva-reprochadora-anticipadamente; estarán enfocados en sus proyectos
personales y familiares, tendrán personitas que guiar, a quienes dirigir su
atención auditiva. Podré sentirme aliviada en silencio, ya sin juicios y con la misma atención de escucha, sólo que
abiertamente sorda.
-A veces intento no hacerlo, no
mezclar mis creencias al escucharte, pero no tengo otro parámetro para hacerlo.
En eso creo, es mi base, mi educación, mi guía de vida. Como lo es para los
demás la psicología, la paternidad, la libertad o libertinaje como le nombras,
las ideologías machistas o feministas. Todos tenemos una base ideológica o
religiosa que nos rige, y no solo nuestra conducta personal sino la conducta
hacia los otros, un hombre de dios no ve a una mujer de la mismo forma en que
la puede ver un hombre machista o una mujer feminista; el concepto de mujer
varía para cada uno de ellos; pienso que es casi imposible hacerlo de otra
manera, al menos no en estos tiempos en que parece que para todo hay que tomar
partido y casi siempre extremoso.
-Yo lo sé y lo entiendo. Entiendo
que quizá todos necesitamos ese eje rector. En parte es la base de mi
sufrimiento, por eso tengo ese deseo de querer que alguien me detenga. Es mi fantasía,
que me rescaten, ¿quién o qué? No importa. ¿Y mis bases? Allí están, sí las
hubo, me las metieron en la cabeza igual que a todos los niños de este mundo; el
punto fue que también las pusieron en tremenda crisis en periodos clave de mi
desarrollo. ¿Ahora? Puedo decidir, siempre creí que podía decidir, que ya podía
elegir mi propio camino. Ya no estoy tan segura. Cuando reviso cada uno de mis
días, cada una de mis elecciones, cuando pienso porqué esto sí y esto no; me
doy cuenta que no soy tan libre ni tan capaz como pensé; que hay una línea que
me divide, que me aleja entre las bases morales que aprendí de niña y el camino
que recorro a diario. Yo no puse esa línea
Ya no sé qué más decir…quizá sólo
necesite un abrazo.
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