Ascalapha odorata





Mariposa de la muerte, mictlanpapalotl, mariposa del país de los muertos; me has llamado ahora, ¡cruel! me gritas desde tu guarida oscura, por no responder a tu llamado de amor ajeno, por ignorar los estruendosos latidos de tu corazón que por las noches taladra tu pecho al ritmo del aleteo de mis alas.


¿No será crueldad más grande perforar con alfiler mis alas? ¿Por qué berreas con tu corazón sangrante sabiendo que las mariposas no aman? Y me exaltas y me pisas, me llevas flores a la ventana para que me pose en ellas pero te escandaliza la certeza de que mi vuelo llega a otras rosas, a otras flores más coloridas o perfumadas; ¿no es acaso mi naturaleza?


Si mis colores y la fragilidad de mis alas, provocan deseos de caza en el alma más pura, ¿no es natural que quiera volar más lejos para preservarme? Pero tu amor que juras puro, eterno y libre tiene por estandarte una red tejida en tela de araña, tus poemas son el perfume que lanzas para que siga tu rastro y las letras en flores dibujadas, esconden bien la espina que ya llevas enterrada de vidas pasadas, más el dolor que mi presencia te delata, desata por dentro una furia innata y mis colores se vuelven oscuros, mis alas a la muerte retratan ante tus ojos y así, tu desgracia me atribuyes, sabiendo que el amor en dirección equivocada diriges, pues a tu lado ahora mismo la que te adora en tu regazo sueña contigo.


El peso de tu nostalgia y dolor me trastornan, pasando de mariposa me vuelvo venado y arremeto feroz en defensa propia, mas tu reclamo recibo y mi distancia contesta.



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