Tormento




Abrir los ojos por las mañanas es solo el inicio de un paso lento del tiempo, perseguida por tu ausencia me mantengo ocupada, más conforme pasan las horas te pienso, te recuerdo, te extraño y por más que intento, te me filtras en los pensamientos, te me cuelas en mi día salpicándolo de tristeza, de nostalgia o dolor, a veces de apatía completa y se me va el hambre, las ganas y la luz en la mirada.

Me atormenta tu silencio y con él la ignorancia de ti, no saber cómo estás, si tu día ha sido horrible o ligero, si te levantaste con una sonrisa y la luz en los ojos o por el contrario andas con tu rostro contraído y la mirada ausente, si comes, si tienes paz en tu día, si al anochecer tu mente me recuerda un poco, si también me extrañas o simplemente ya fui.

Déjame decirte que no lloro, salvo en la regadera, es mi peor momento del día, completamente desnuda no hay ya nada que me proteja de tu recuerdo, el agua tibia no tiene efecto tranquilizador, por el contrario me provoca escalofrío, mi piel recuerda lo que era sentir tus manos y entonces lloro, un instante no creas que tanto, me ha parecido curiosa la forma en que mis propias lágrimas se contraen y regresan a mis ojos, resignadas también ellas, a guardar silencio.

¿Volverás a buscarme? ¿Volveré a escribirte? ¿Cuál sería tu expresión ante mis últimos te amo seguidos por tu silencio? ¿Esta vez te has ido para regresar o para siempre? y yo, ¿a dónde he corrido a refugiarme? ¿Cómo se llenan todos los espacios en que te fui encontrando?

Paso del dolor al odio, te odio y me odio por sentirme así, por pasar cada minuto del día tratando de evadir tu imagen, por sellarme los labios, por atarme de manos y pararme en seco dejándote partir; te odio por cerrarme la puerta de acceso a tu día a día, por negarme tu mirada y tu voz, por tu desconsideración encerrado en tu propio dolor, dolor que ciega las posibilidades de encuentro entre los dos.

Así me debato entre la culpa y el enojo, la culpa de querer invadir tu espacio íntimo, de no respetar tu distancia y dolor, enojo porque olvidas que también me implica, resulta que tu dolor no es sólo tuyo, que a ambos nos sostenía la mirada del otro, que entre ambos había una guarida, un refugio del mundo que ahora penetra mi piel como cuchillo de hielo y en ti, simplemente no sé, tú tienes otros muros, otros universos más lejanos, más fríos y terribles, este mundo de acá, el de mi tierra no te inmuta ni espanta, no te hiere más.

Comentarios

Desvanecerse ha dicho que…
No hay nada más frágil que estar vivo.

Besotes

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