Perdón, pero te extraño, me siento incapaz de cumplir mi promesa, me siento débil y al mismo tiempo con la plena decisión de no buscarte más. Pero te extraño, hoy he sentido tanto deseo de hablarte, de estar juntos, he vagado por la escuela sin tener nada que hacer, sólo esperando verte, he ahogado mil suspiros y atado mis brazos con tal de que no se cuelguen de tu cintura.

Te extraño, me dueles, estoy triste. Quiero verte y contarte cómo me siento, quiero platicarte que cada día te quiero más, que dormida me abrazo a tu cuerpo o paseamos de la mano por las calles.

Quiero decirte que me hago la fuerte sonriendo, que ver a mis amigos ya no me llena, que nada tiene sentido, que ya no siento placer por la cosas simples que hacía antes, lo que más me llenaba ahora es nada, la vida me es indiferente.

Alguna solución debo encontrar, el tiempo no me ha sido muy útil nunca y en este caso no será diferente; y no quiero sacar un clavo con otro clavo, que sería lo más sencillo y rápido, lo que tengo a la mano, pero no quiero, porque sé que aunque así lo hiciera aún estando con él estaría pensando en ti, y que en mis sueños seguirías tú.

Quizá quiera sacarte de mi corazón, pero no puedo, no te lo mereces, no has hecho nada para ganártelo, yo te lo regalé así, lo puse en tus manos y tu lo desechaste, lo estrujaste y lo tiraste al suelo, y creo que ya no lo quiero levantar…

Así que cada noche o a veces entre cada mirada, una lágrima escapa de mis ojos, ahogo un suspiro, bajo la mirada y un segundo después una sonrisa ilumina mi rostro.

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