Punto de No Retorno



Emociones encontradas. Escalofríos. Un dejo de tristeza muy sutil. Yo sabía que esto era peligroso y que no tendría idea de lo que pasaría después, ahora enfrento ese después y lo escribo para no olvidarlo. En primer lugar lo disfrute bastante, pero mantener la línea que separa un gusto de otro es casi invisible. En segundo lugar, sí se puede; se puede tener sexo sin vincular emociones y disfrutarlo. En tercer lugar, hacerlo con una mujer es tan excitante como hacerlo con un hombre pero es más fácil mantener el deslinde emocional, no hay vinculación, sólo caricias y placer. En cuarto lugar, mi conflicto sigue siendo con la figura masculina, justo es decir que no estoy vinculada, para ello evité los abrazos y en realidad hubo pocas caricias, genitalidad pura bastante buena. En quinto lugar, y aquí viene lo malo, volví a sentir casi el mismo nivel de placer que me daba mi marido (hablando de figura masculina) por lo que mente y cuerpo se aliaron y pretenden que se repita, pero mi corazón me grita que hay peligro.

Luego entonces pienso en mi amigo y lo odio por no ser capaz de llevarme a tal gozo, que yo no quiera probar en ningún otro lugar. Así, de nuevo mi corazón y mi cuerpo no se entienden. Mi mente, tan eficaz, puede deslizarse de un sitio a otro pero jamás convencerá del todo al corazón, quizá por eso ésta sensación leve de tristeza.

En pocas palabras no tengo idea de qué hacer. ¿Una vez más? ¿Una y ya? Quiero y no. Creo que no quiero, pero quiero querer. El punto de no retorno no existe, es una excusa mental, una especie de ancla al abismo que a veces busco ¿para qué? He llegado a él en tantas áreas que ahora mismo debería ser una exiliada social, reclusa en manicomios y cárceles; sin embargo cuando llego al punto de no retorno sé que no es real, pues siempre puedo caminar sobre mis pasos o tomar un atajo. Ahora, ¿quiero llegar al punto de no retorno para regresar sobre mis pasos o tomo el atajo desde ya?

Sin embargo, me conozco y sé que la extrañeza no va por allí. Se liga a la falta, a la ausencia y al deseo puro. ¿Y dónde está el amor? Pregunta mi yo pequeño. Justo ese es el punto. Se rompió el conflicto, al demostrar que es posible en dos aspectos: “ni se tiene sexo por amor, ni se ama para tener sexo”, así entonces lo que falta no es el amor, lo que ya no está es el conflicto, pero lleva tiempo readaptarse a una realidad psíquica distinta. Si los parámetros que se seguían provocaban dolor y se pensaba que los contrarios causarían aún mayor sufrimiento y de pronto se comprueba que no, aun quedará el miedo, puesto que se avanza sobre camino fértil y al avanzar vamos al mismo tiempo, arando, sembrando y cosechando. La experiencia en sí se vuelve un absurdo.

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