Historias para soñar
Era simple, le pedía que me
contara una historia, así se recostaba a mi lado, me abrigaba y abrazándome
comenzaba una historia. Podía ser cualquier cosa, él hacía historias de la
nada, una vez habló de una papa y un gato…sí, parece extraño pero fue una
historia muy cómica.
No siempre tuvo historias en los
labios para mí, a veces era él quien necesitaba ser abrazado y escuchar
historias, pero yo nunca fui tan buena diciendo nada, aunque sabía abrazarle
muy bien, eso se me daba, me le adhería al cuerpo como cobija y todo era calor.
Su cuerpo así era mi hogar y mis brazos fueron el suyo.
También con silencios se platica,
sucede frecuentemente entre los amantes, ni siquiera hablo de esas charlas de
profundas miradas, no, hablo de silencios absolutos, de paz interna, de amor.
Ese amor que no necesita de palabras.
Ahora me arropo sola, y de vez en
cuando me cuento una historia en voz alta y siento como si él estuviera a mi
espalda, casi percibo su aroma y el calor de su piel. Ya no le veo tan seguido
cuando cierro los ojos, resulta que la memoria no es tan fiel salvo al olvido y
el tiempo; cuando es necesario lo busco en mi corazón y sí, allí sigue intacto,
hermoso, nostálgico, siempre contando historias. Después de todo soy una niña,
necesito historias para poder soñar.
Comentarios