Un capítulo más

Varios lectores me han dado a conocer su curiosidad por saber más acerca de esa mujer enigmática que se hace llamar Neli, y de la cual su historia no se deja escribir. En el intento por salvar otro fragmento de su vida, busque en las lagunas de las huellas mnémicas, quizá en algún recuerdo encubridor que me diera sólo un leve destello del rumbo que debía seguir…

A partir de hoy dejo de creer en ti, y juro que es la humanidad entera responsable de sus delitos, no existe una mano de dios que guíe nuestro camino, el destino no está marcado; y hoy prometo que es la última vez que mi voz se dirige a ti, que mis súplicas se han muerto ya, gracias por abandonarme pues sólo en tu ausencia, en tu silencio, he encontrado mi fuerza. Te rogué durante años que todo acabara, te lloré cada noche rezando bajo tu cruz y hoy mi fe entierro con estas palabras…

Neli temblaba de rabia mientras mirando al techo pronunciaba las terribles palabras:

…no existes, no existes…

Y así comenzó la etapa de su vida más alejada de Dios, un dios que la había defraudado, un dios que el mundo le había vendido como bueno y gentil, que decidía el destino de todos los hombres, que amaba a cada ser humano por igual, y que sin embargo hasta ese día sólo había llevado sufrimiento a su vida.

No obstante Neli sí creía en el mal, en la existencia de un ser perverso que de alguna manera interfería en nuestras vidas; al poco tiempo de su juramento, comenzó a tener sensaciones extrañas, se le revelaban eventos futuros de personas que conocía sin que ella supiera cómo ocurría esto. Al principio no las tomó muy en cuenta: “coincidencias” pensaba.

Pero cuando comenzaron a convertirse en “avisos” de peligros que acechaban con dañar a sus seres más queridos, dedico toda su atención a ellos; en más de alguna ocasión logró evitar que sucedieran, sin embargo permanecía la duda de por qué se le daba este ¿privilegio?

Su familia comenzó a verla extraño: “necesita un psicólogo” dijeron, “seguramente hasta ahora se da cuenta de todo por lo que ha pasado y no está pudiendo sobreponerse sola”.

No una vez más, nunca más -se repetía Neli en silencio -nunca más van a dejar de quererme, estas visiones deben desaparecer, debo dejar de ver, debo enfermar, debo morir, debo morir, debo morir…por favor pido morir.

Decidan ustedes que creer, con quien habló no lo sé, pero ofreció su vida a cambio de que las visiones se fueran, sin embargo, quien suplica tiene la desventaja, y el que otorga generalmente decide el “como”. Así, al poco tiempo dejo de ver y soñar el futuro, y unos meses más tarde cayó enferma, no sólo se le retiró la posibilidad de ver el futuro, temporalmente se le dejó completamente ciega al mundo, inválida, incapaz de hacer otra cosa que permanecer tendida en la cama de un hospital frío.

En su inconsciencia soñó un ángel, o por lo menos ella así lo creyó, una luz brillante que permitía levemente ver unos ojos, sólo un par de ojos hermosos y serenos: “vas a regresar al mundo, podrás ver de nuevo, caminar y comer por tu cuenta, pero cargarás un peso, el peso de la muerte latente, de la muerte lenta y dolorosa, poco a poco te desgastarás, tendrás días de insoportable sufrimiento y días de salud increíble, pero nunca sanarás, se te ofrecerá la oportunidad de disfrutar del mundo y en el momento en que más parezca que lo haces caerás de nuevo en cama, incapaz de ponerte en pie y desgarrandose tus órganos internos”

La tarde siguiente al sueño del ángel Neli despertó, se encontró rodeada de su padre y hermanas, la veían con ojos tristes y llenos de lástima, como se mira al atleta que en un accidente ha perdido las piernas. Los médicos dijeron que no había más que hacer, había sido sorprendente su recuperación y podían darla de alta con una enorme lista de medicamentos que a partir de ahora la acompañarían el resto de su vida. “No suspender” fue la indicación.

Neli no sólo dejó de ver el futuro que tantos conflictos le causaba, también volvió a sentirse querida, su familia de nuevo la amaba, incluso por un tiempo todo fue bien de nuevo. Papá y mamá hasta coqueteaban y se besaban frente a las niñas, ya no había discusiones, y como parte del milagro, todos habían olvidado la fatídica relación de Neli con el tío aquel del que se había enamorado.

Pasó el tiempo y Neli fue olvidando su encuentro con el ángel, hasta que encontró en el deporte el mejor medio de catarsis, se convirtió en su pasión, en el deporte vertía toda la energía que no podía colocar en una relación de pareja, llegó al punto en que todo su mundo giraba alrededor del deporte y entonces ocurrió:

Un día cualquiera sus piernas no respondieron, sus manos y pies se hincharon increíblemente hasta que su piel brilló, se puso roja y caliente. Los riñones la traicionaron desistiendo de su hasta ahora impecable función. Su corazón creció un poco provocándole arritmias y dolor, y por supuesto, acortándole la vida…

Fue entonces que Neli comprendió y aceptó con dolor el camino que debía seguir. Como esa, se han presentado otras dos ocasiones en que Neli tiene que ser hospitalizada, justo en el momento en que en su vida todo marcha bien, y puede sentirse tan feliz y plena. Llegó incluso a decidir que su vida tenía que ser infeliz para poder conservarla más tiempo, pero es naturaleza humana ir hacia el logro de la felicidad…

Comentarios

Eco ha dicho que…
Y Nelly no está sola.

Yo recuerdo cada golpe que me ha dado la vida, emocionalmente, es doloroso, pero su forma de acercarte a la tumba... es otra, si sabes a que me refiero.

En cuanto a lo físico, la bronquitis, la colitis, la gastritis, el tabaco... Condiciones que no puedes evitar, simplemente sientes como tú organismo poco a poco se debilita.

Todos morimos, a cada momento...

Pero no creo que eso sea lo realmente importante, lo importante es la fuerza que tengamos, que demostremos mientras estamos vivos.

El dolor pasa, pero la belleza permanece.
M. Hunter ha dicho que…
El dilema de todo moribundo: Alargar tu vida sin poder disfrutarla, o morir joven, pero hacerlo al máximo...

Esa cuestión nos perturba a cada segundo y desgraciadamente la mayoría de nosotros elegimos la primera opción. Pero de qué vale tener la vida más larga si ni siquiera la podemos disfrutar?

Saludos!

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