Alicia (continuación)

Un día Alicia despertó con una luz cegadora que le daba al rostro, vio a su alrededor cubriéndose los ojos acostumbrados a la oscuridad, adaptados a ver sólo a través de la rendija de esaventana que por años había sido su único contacto con el mundo externo, un mundo completamente desconocido y a tal grado, que le causaba más temor que curiosidad.


Era lunes 20 de julio, claro que esto Alicia no lo sabía, acostumbrada a un mundo sin tiempo, sin día ni noche, sin medida, donde ni siquiera el oxígeno que la mantenía viva era por completo libre, en el cual la cadena atada a sus pies era ya una extensión de su cuerpo, que, al Alicia percatarse de su ausencia se aterró, sintiéndose mutilada, algo había cortado la cadena separándola de sus tobillos, había invadido el espacio de Alicia haciendo también que la rendija de la ventana creciera, ella podría salir por allí, sin embargo no se movía, se acurrucó abrazando sus piernas, temblando y llorando de miedo.


El único mundo que conocía, al cual había estado atada tantos años era ahora distinto; esa rendija que ansiosa buscaba intentando descubrir el afuera, incluso soñanda a veces con salir y conocer; representaba ahora la peor amenaza.


Pasos en la escalera que conducía al sótano, prisión y hogar de Alicia, la pusieron alerta, se arrastró -pues era la única forma de movimiento que durante años tuvo permitido- al rincón más oscuro y se quedó calladita esperando...


Un hombre alto, con abundante barba en el rostro, complexión robusta, mirada cándida contrstante con la severidad de su rostro, se acercaba a ella despacio llamándola por su nombre. Fue tomándola en sus brazos tierna pero firmemente, conteniendo la lucha de Alicia por escapar de él, en su pánico ella desmayo y el hombre la cubrio con un cobertor de bebé, la acuno en sus brazos y la llevó arriba.


Cuando Alicia despertó, se encontró tendida en una gran cama, completamente desnuda pero aseada y cubierto su cuerpo con sábanas perfumadas...


A partir de entonces Alicia toma el desayuno en la cama. El mismo hombre de barba, que jamás reconocerá pues nunca escucho su voz cuando le llevaba la comida, con el rostro cubierto, al sótano; ese mismo hombre es ahora quien cada mañana aparece con una bandeja de frutas y su mejor sonrisa, diciendo buenos días amor...

Comentarios

Marta ha dicho que…
Siempre que visito tu blog disfruto de textos e imagenes.
un saludo.
HADALUNA ha dicho que…
Me ha angustiado la primera parte del relato....

La segunda no tanto, pero no se....

Besitos dulces.
suspiros ha dicho que…
Hola Hadaluna, qué es lo que no sabes?

gr acias por visitarme, también te hevisitado, pero la verdad no he tenido el suficiente tiempo para comentarte, saludos.

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