Encontrarte para perderme de nuevo
Te estuve leyendo. Cuando me
siento perdida vuelvo a ti, recorro tu camino hasta que me encuentro en él y
entonces hago una pausa elevándome para ver todo con claridad. Por supuesto que
esto implica un trabajo de varios meses, porque primero para encontrarte tengo
que buscarte en cada una de tus letras.
Contrario a lo que los demás
piensan, que te encuentro en los recuerdos y te guardo en nuestras historias y
momentos; sólo puedo hallarte donde sé que te quedaste y no, no estás en mis
recuerdos, ni en mi corazón, ni en mi deseo, ni en mi piel tatuada de ti, ni en
el aire, ni el tiempo, ni en el espacio, ni en mis labios, ni en mi tristeza y
no, tampoco te quedaste en mi amor. Estuviste allí, pero allí no sigues.
Estás en tus letras y para
escucharte necesito leerte, para verte necesito caminar tus pasos entre líneas,
para encontrarte necesito regresar a tu principio y para que me acompañes
necesito llegar a tu final. Después de ese largo y cansado procedimiento te
encuentro a ti, me miras y te veo, me hablas y escucho, me acompañas pero aún
no puedo caminar contigo porque hasta ese momento aún no me encuentro. Sé que
estoy allí en algún punto, quizá en una coma o en un acento.
Seguramente para cuando me
acompañas ya han pasado dos meses y me sigo buscando. El problema es que afuera
mi cuerpo sigue, se mueve y hace todo lo que yo debería estar haciendo, con la
peculiaridad de estar desconectado de mi alma porque aún no la encuentro se
quedó varada en una parte del camino.
Es el momento en que me tiendes
la mano, vas caminando y yo te sigo. Me lees tus historias sin tiempo,
conjugando pasado, presente y futuro, una silueta de mí comienza a formarse al
rato de varias historias, entonces sonríes y comienzas a ser menos luminoso.
Conforme yo me hago más tangible tú vas desapareciendo. Aquí me enfrento al
dolor puro. Yo sé cuál es el final. Lo primero que pierdo es tu voz, tu sonrisa
es cada vez más una intuición, al final tus manos se vuelven oscuridad,
desapareces, te me esfumas, te pierdo para encontrarme.
Termino llorando y desgarrada.
Completa y vacía. ¿Será? Si de ti me formo ¿quién es el que no está?
Te estuve leyendo. Aún no
encuentro tu silueta. Sigo caminando entre párrafos y versos tratando de
escuchar todo lo que no dicen, entre líneas, en cada punto, en cada coma, hasta
hallarte en un acento, en unos puntos suspensivos, en una silueta de mujer
fumando con el corazón a rastras y las manos sangrantes; con la voz cortada y
los ojos rotos, con el cuello mutilado y una lágrima que no alcanza a llegar a
mis manos.
Te estuve leyendo porque necesito
encontrarte para perderme de nuevo.
Comentarios
Un abrazo.