Fue su voz y fue su beso
Fue su voz y no su beso. Así
tituló un poema un viejo colega, compañero de letras y compañero de profesión,
incluso espectador de la burlesca obra que es mi vida. Fue su voz y no su beso,
fue su voz y no su beso…fue su voz y fue su beso, fueron sus palabras, sus
preguntas y sus manos.
Ahora estoy en espera queriendo
no desear, queriendo no esperar nada pero mi corazón no está de acuerdo, creo
incluso que me ha declarado la guerra justo hoy a las 2:00 de la tarde;
encontré una pluma ensangrentada y un recado que decía:
-Querida compañera por fuerza obligatoria de la naturaleza con que
fuimos creados, a partir de este momento no cuentes con mis latidos serenos y
acompasados, te martillaré con desvariados ritmos acelerados o muy lentos, todo
depende de que tan pronto quiera que mueras, porque desde hoy tú y yo estamos
en guerra-
Fue cordial hay que admitirlo.
Tiene una tendencia suicida que nunca he logrado comprender, muy bien sabe que
si muero el muere primero, pero al corazón le gusta un tanto el masoquismo,
creo, pues no encuentro explicación lógica posible fuera de esta opción, de que
por ello esa noche terminó de masacrar mis consejos en el momento en que bebió
el primer trago. Yo le dije
–Inconsciente corazón sabes que vas a perder si sigues bebiendo, ve a
casa, tú familia te espera. Recuerda a tus hermanas y a tu madre a quienes
dijiste que llegarías hoy. No podré ayudarte si sigues latiendo tan fuerte,
aunque yo quiera ocultarte tus latidos se notan por encima de nuestro pecho- Pero él siguió bebiendo, se embriagaba un
poco más cuando él rozaba nuestra mano, al colgársele en su cintura, al caminar
a su lado.
Así llegó la noche y ya borracho
de amor cegador se entregó a sus brazos. Todavía luché, por momentos pude
detenerlo, pero luego fue su beso y no su voz, fueron sus manos, fue su cuerpo
y su calor, fueron las ganas de los dos y al final el cuerpo es cuerpo y
naturalmente reacciona según el estímulo que se le dé.
Perdí yo y perdió mi corazón. No me
atrevería a decir que el cuerpo ganó algo. ¡Y todavía mi arrogante corazón me
declara la guerra hoy a las 2:00 de la tarde! Ahora me culpa de todo: “qué yo
debí detenerlo, que por qué decidí cambiar mi plan de viajes (en eso quizá
tenga razón, debo confesar que a veces me guío por lo que siente mi corazón, un
reverendo problema e ironía absurda), que esto, que aquello, que yo, que él,
que todo…”
Total que ahora estoy en guerra,
él me ataca con sus inconstantes ritmos, bombeando más sangre a partes innecesarias
y llegando a la hipoxia, entonces desvarío y entristezco, mis ideas ya no son tan claras y mi razón parece
absurda. Luego, porque al fin y al cabo yo mando, restituyo la sangre que me
corresponde oxigenándome suficiente para retomar la reflexión y bombardeo a mi
tonto corazón con justificaciones objetivas.
He intentado convencerlo de que
más bien deberíamos aliarnos y buscar revancha. Pero mi corazón además de tonto
es muy noble y no le gusta nada que tenga perfil de venganza. Prefiere confiar
en los buenos sentimientos de las personas. No entiende que algunas personas
sólo tienen corazón en su lado izquierdo y a la izquierda todo vale menos.
Comentarios
Gracias por tus letras, Mujer. Que tu corazón, sin importar el lado, lata y valga.
Saludos. Y las letras son sólo refugio de personajes insostenibles si su mundo fuera real.